De nuevo en el presente, y a vista de pájaro sobre la llegada a nuestras vidas de la Monarquía, es un nuevo ejercicio de intoxicación afirmar que la institución no es democrática, en tanto que la misma fue desarrollada constitucionalmente con la participación de todos los grupos políticos del momento y sometida a referéndum popular con los resultados ya expuestos.
¿Por qué uno u otra?
Siendo la principal función organizativa, y debiendo existir una u otra forma de organizar el estado, lo primero que tengo en cuenta son los criterios de eficacia y eficiencia.
· Eficaz, en cuanto que la fórmula adoptada cumpla con su función, es decir organizativa, representativa, moderadora y mediadora, no solo a nivel interno entre las demás instituciones del estado, sino también a nivel internacional.
· Eficiente, haciendo un uso racional de los medios a su disposición, y en manera muy importante en cuanto a los recursos económicos, esto es el coste que puede suponer a cada uno de los ciudadanos.
En cuanto a la función representativa, el Rey tiene que ofrecer una posición neutral, alejada de toda inclinación política, puesto que representan a los ciudadanos del estado, debe ser el punto de encuentro entre todos.
Sin embargo, en un sistema presidencialista republicano, el presidente de turno tan solo representará los intereses de aquella parte de la ciudadanía que le hubieran elegido, lo que sin duda generaría desventajas importantes a aquellos sectores de distinto signo político.
En referencia al coste económico, siendo siempre controvertido, no es sencillo elaborar los cálculos en tanto que no todos los países tienen la transparencia necesaria como para conocerlos, no obstante, en nuestro país podemos determinar groso modo cual es el coste de la institución gracias a la asignación presupuestaria anual mediante Ley de Presupuesto.
En comparación, sistemas monárquicos como noruego, holandés o británico soportan costes medios de 40 mill. Mientras que monarquías como la sueca, belga o española cuentan con presupuesto medios inferiores a los 15 mill., concretando en el caso de España de un presupuesto de 8,5 mill aprox. (asignación Casa Real 2021)
Por el contrario, los sistemas republicanos como el alemán cargan a los presupuestos partidas de 25 mill o repúblicas como la francesa e italiana que disparan sus costes más allá de 200 mill.
Resumiendo, en términos económicos los sistemas monárquicos parecen al menos ser más eficientes, con la ventaja añadida de no tener que sumar el mantenimiento de cada uno de los expresidentes que vayan desfilando cada fin de legislatura.
En la esfera representativa exterior, cabe esperar que la relaciones que pueda formar, en un sistema monárquico el Jefe del Estado, gracias a su cualidad de neutralidad y permanencia, podrían fructificar y se más estables que en los sistemas republicanos, en tanto que los presidentes de turno son agentes temporales bajo el sesgo ideológico que poco o nada podrán hacer en la consolidación del lazo internacional.
En conclusión, hemos visto que monarquía o república hace referencia a una forma de organización del estado. Se ha desmontado la falsa creencia antidemocrática de la institución monárquica como base argumentaría propulsora del cambio, con variantes tales como que los hijos de la constitución no votamos ni la monarquía ni la constitución.
Evidentemente, pero no podemos pretender que se cambie el ordenamiento jurídico bajo criterios tan absurdos, porque siempre habrá alguien que no habrá tenido la oportunidad de decidir democráticamente.
Es precisamente el juego democrático el que provocará el cambio, cuando existan mayorías suficientes que pidan esa alternativa. Y tal es así, a la vista de la creciente corriente republicana manifestada en el arco parlamentario español, que si nada cambia terminará por ser la corriente predominante.
No existe la fórmula perfecta ni la ideal, tampoco son malas en sí mismas ninguna de las corrientes expuestas, pero lejos de inclinarnos por una u otra solamente por tradición, por sentimiento o por ideología, deberíamos hacer un ejercicio de reflexión y encontrar las razones por las que elegiremos una opción u otra. Yo tengo las mías…. ¿y tú?